Honduras

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La República de Honduras esta ubicada en el corazón de Centroamérica, limita al norte con el Océano Atlántico (Mar Caribe), al sur con El Salvador, Nicaragua y el Océano Pacífico, y al oeste con Guatemala. El país tiene una superficie total de 112,492.00 km2 que se divide en dieciocho (18) departamentos. Las ciudad de Tegucigalpa dentro del Departamento de Francisco Morazán constituye la capital de la república.

La población de Honduras es de aproximadamente 8.0 millones de habitantes, (90% mestiza, 6% amerindia, 2% negro, y 1% de raza blanca (europeos y árabes). El español es el idioma oficial, existiendo también lenguas aborígenes, especialmente en la costa del Caribe.
El territorio de Honduras es muy accidentado, lo forman altas filas de montañas, elevadas planicies, valles profundos en los que se encuentran llanos extensos y fértiles cruzados por ríos más o menos caudalosos y algunos navegables. Todo lo cual contribuye a su rica biodiversidad. Se estima que en Honduras existen unas 8000 especies de plantas, alrededor de 250 reptiles y anfibios, más de 700 especies de aves y 110 especies de mamíferos, distribuidos en las diferentes regiones ecológicas de Honduras. Tradicionalmente, Honduras ha sido un país forestal-agrícola que exporta café, camarones, madera, langosta, melón, tilapia, flores, puros, azúcar y otros productos.

Honduras es un estado unitario y se autodefine como libre, soberano e independiente, unitario e indivisible. La forma de gobierno es republicana, democrática y representativa. Se ejerce por tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial, complementarios e independientes y sin relaciones de subordinación.

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Literatura de HondurasLa literatura en el territorio de la actual Honduras se remonta a la época precolombina, la cual fue desarrollada por la civilización maya. La escritura maya empleaba logogramas y glifos silábicos. La literatura maya en Honduras se encuentra conservada en las estelas, pirámides y templos de Copán. La ciudad de Copán alberga la cuspide de la literatura maya en Honduras, La Escalinata de los Jeroglíficos, construida en el siglo VIII y cuenta con más de 2.500 glifos.
Entre los escritores más notables de Honduras están Froylán Turcios Juan Ramón Molina, Rafael Heliodoro Valle, Antonio José Rivas, Clementina Suárez, Ramón Amaya Amador, Marco Antonio Rosa, Roberto Sosa, Lucila Gamero de Medina, Roberto Quezada, Armando García, Helen Umaña, Alberto Destephen, Argentina Díaz Lozano y Julio Escoto.
La literatura de Honduras cuenta con poetas, novelistas y narradores de notable calidad en diferentes períodos de la historia de ese país centroamericano.Historia de la literatura hondureña
A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, destacan escritores como Froylán Turcios y el poeta modernista, Juan Ramón Molina. Lucila Gamero (1873-1964) es la novelista más relevante del romanticismo en Honduras. En tanto que, Prisión verde, de Ramón Amaya Amador, es la novela por excelencia con la que se inaugura la literatura del realismo social dentro del país. Los poetasÓscar Acosta, Roberto Sosa, Rigoberto Paredes, José Adán Castelar, Alexis Ramírez y José Luis Quesada, junto a narradores como Julio Escoto, Eduardo Bähr – libro de cuentos, El cuento de la guerra – y Ernesto Bondy Reyes – «La mujer fea y el restaurador» – entre otros y otras, son los escritores que abren nuevas perspectivas -literaria y generacionales- en el modo de hacer y enfrentar el hecho literario nacional a partir de los años 60, 70 y la actualidad. No se puede obviar a los renombrados escritores Oscar Amaya con su última producción de cuentos «El Prodigio de los príncipes»; Galel Cárdenas con su última novela «Pared del agua»; la novelista Denia Nelson Moncada, con un destacado estilo realista con un toque mágico muy innovador en su novela «El Regreso de una Wetback», basada en un testimonio galardonado en Australia; en esta novela, por primera vez en la literatura hondureña, se hace uso de algunos términos del Spanglish.
Helen Umaña es una de las pocas escritoras hondureñas que ha enfocado su labor literaria hacia el ensayo y la crítica literaria, aparte de la historiadora Leticia de Oyuela, quien ha escrito ensayos sobre pintura y ha publicado diferentes libros sobre la historia de Honduras.
En la literatura hondureña del presente se puede hablar de escritores que incursionan tanto en la poesía como en la narrativa, Marta Susana Prieto (Melodía de Silencios) cuentos (Animalario) novela histórica (Memoria de las Sombras) ésta última merecedora de una Distinción de Casa de las Américas de Cuba y «Buscando el Paraíso» (2010) novela histórica sobre el descubrimiento y la conquista de Honduras. Entre otros autores César Lazo, Glenn Lardizábal Navarro escritor de cuentos cortos («Tentando el Vació» y «La Voz en Off») Felipe Rivera Burgos, Efraín López Nieto,Jorge Miralda, Elisa Logan, Rebeca Becerra, Rubén Izaguirre, Mario Berríos, Alberto Destephen, Débora Ramos, Aleyda Romero,Dorita ZapataSoledad Altamirano, Samuel Trigueros, Israel Serrano, Fabricio Estrada, Heber Sorto, Salvador Madrid, David Fortín, Melissa Merlo, Oscar Sierra, Gustavo Campos, Giovanni Rodríguez, Murvin Andino Jiménez, Otoniel Natarén, entre otros, y quienes además de su producción individual, figuran en importantes antologías hondureñas y extranjeras.
Roberto Quesada, con su novela, Los barcos, novelista y cuentista, es una de las tres figuras más descollantes de la literatura hondureña actual, junto a los dos escritores que, al igual que él, se abren paso en Estados Unidos y Europa respectivamente, como la poeta y editora Amanda Castro y el escritor y dramaturgo Javier Abril Espinoza, autor del libro Un ángel atrapado en el huracány de Cuentos para niños y niñas. El narrador Nery Alexis Gaitán y el poeta José González, de diferentes generaciones, son otros de los escritores hondureños dignos de ser considerados, del mismo modo que no pasa inadvertido, por su fina ironía satírica, el escritor olanchitense Armando García. También tenemos a Juan Ramón Saravia. Nació en Santa Bárbaraa, Honduras, en 1951. Poeta, dramaturgo, editor, escritor. Ha publicado los siguientes libros: Poesía: «Paisajes Bíblicos (Ida y vuelta)», 1985; «Puntos Cardinales», 1988; «Solo para una mujer», 1990; «Alta es la noche», 1992; «Entre todas las mujeres», 1996. Teatro: «Hasta nunca, sangre azul»; «El círculo del domingo»; y «Se nos quema el dulce». Ha recibido los siguientes reconocimientos: Premio Casa de las Américas, Cuba (1988) compartido con cuatro poetas latinoamericanos y publicado por ediciones Casa de las Américas, La Habana, 1988, en la Colección Premio, bajo el título de «Cinco Puntos Cardinales», junio de 1989.En septiembre del 2006, J. H. Bográn publicó, a través de Chippewa Publishing LLC, un libro escrito enteramente en inglés titulado «Treasure Hunt». Esta novela tiene la distinción de ser la primera obra publicada en formato electrónico (e-book) por un autor hondureño. En 2007 publicó su primera novela en español titulada «Heredero del Mal», (Letra Negra Editores, Guatemala).
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Poetas de la Generación del Cincuenta

Con los poetas de la generación del cincuenta, la poesía hondureña, vista no a través de poemas aislados, sino en sentido global, rompe viejos moldes, da un viraje completo y se pone al día con el pulso americano. Además de la importante labor desarrollada por Clementina Suarez, los nombres que hicieron posible tal hecho son: Antonio José Rivas (1924); Pompeyo del Valle (1929); Roberto Sosa (1930); Nelson Merren (1931) y Oscar Acosta (1933).Tales poetas arriban a la mayoría de edad cuando en el país se vive bajo las implicaciones ominosas de la dictadura del General Tiburcio Carías Andino. Cuando éste se retira del poder (1949), el hegemonismo norteamericano termina de consolidarse y se profundiza el nivel de dependencia y explotación. Con ello, las tensiones sociales se agudizan y dan paso al surgimiento del proletariado campesino como fuerza organizada cuyo poder se hace evidente en la gran huelga que conmocionará al país en 1954.De cara a esa realidad, algunos miembros de la generación del cincuenta (concretamente Pompeyo del Valle en el campo de la poesía y Ramón Amaya Amador en el de la narrativa) asumen una actitud de involucramiento directo en las luchas políticas e ideológicas que literalmente estremecen la vida nacional. Pompeyo del Valle, inclusive conoce la cárcel y las novelas de Amaya Amador se leen en forma subterránea en los campos bananeros. Todavía hay ancianos que guardan la novela en Prisión Verde (1950) consentido de ocultamiento, cercano recuerdo del terror que tuvieron que afrontar por guardar dicha obra en sus modestas viviendas de las zonas controladas por la compañía extranjera.En los otros poetas, la actitud cuestionadora se mantendrá a través de una obra muy lúcida que revela, en forma directa o al tras luz, las grandes fisuras del sistema. Con diversos grados de impacto, con diversos niveles de compromiso, las obras que fueron abriendo camino son: La ruta fulgurante (1956) y El fugitivo (1963) de Pompeyo del Valle; Poesía menor (1957) de Oscar Acosta; Mitad de mi silencio (1964) de Antonio José Rivas; Calendario Negro (1968) y Color de exilio (1970) de Nelson Merren y Los pobres (1969) y Un mundo para todos dividido (1972) de Roberto Sosa.

Antonio José Rivas

Este magnífico poeta hondureño, perteneciente a la Generación Literaria del 45-60; en unión de Oscar Acosta, Roberto Sosa, Pompeyo del Valle y otros, nació en la ciudad de Comayagua, cabecera del Departamente del mismo nombre, en 1924.

A los 61 años de edad, es un poeta respetado y admirado por la fluidez de su verso, a veces enmarcado en un buen burilado soneto, o bien en la conjunción del eptasílabo con el alejandrino, para hacerlo menos serio y más elegre.

Antonio José Rivas hizo sus estudios primarios y secundarios en su pueblo natal, y luego estudió Leyes en la Universidad de Nicaragua y Honduras.

En 1950 obtuvo la Flor Nacional en los Juegos Florales de la ciudad de León, Nicaragua; y posteriormente el Segundo Premio de Poesía del Club Rotario Hondureño, en 1964.
Su obra principal es un Poemario titulado “Mita de mi silencio”, impreso en la Editorial “Suárez Romero” de Tegucigalpa, 1964.

Su producción poética se encuentra dispersa en periódicos y revistas hondureñas.

Aislado en la antañona ciudad de Comayagua, la lección de Antonio José Rivas también ha sido fundamental. En Mitad de mi silencio (1964), por la preponderancia de metáforas e imágenes trabajadas con extremo cuidado, el uso de la palabra adquiere un sentido escultórico, de delectación en su calidad plástica que recuerda la rica tradición del barroco español. Pero la joyería lingüística del poeta no se queda solo en la dimensión lúdica. Hay (como en toda actitud de filiación barroca y neo barroca) una raíz de angustia que aflora cuando menos se espera. De ahí que en Mitad de mi silencio el dolor social también tenga su cuota, tal como observamos en el excelente poema “Mi patria”.

Antonio José Rivas es un poeta serio, ambicioso y fluido.

Bibliografía:

  • Martínez, J. (1987) Literatura Hondureña y su Proceso Generacional. Tegucigalpa, Honduras. Editorial Universitaria.
  • Autores varios (1991) Primer Simposio de Literatura Hondureña. Honduras. Editorial Universitaria

Fuente de información:

http://generacion50literaturahonduras.blogspot.ca/